Entradas populares

miércoles, 4 de mayo de 2011

Danzando en la Oscuridad

No podré negar  que en los ochentas me era inevitable repetir la letra tan perturbadora de Bruce Springteen  - “Dancing in the Dark” y pensar como una canción tan fuerte, de un ritmo y música tan imponente fuera tan depresiva y loser a la vez. Más aún en mis tiempos de inmortal, de intocable, de Gilgamesh, donde cualquier cosa que sucediera no me preocupaba, todo siempre tenía solución, eran “situaciones nuevas que solucionar” y punto.

Pero andaba despreocupado de que alguna vez pudiera sentirme tocado por “el mal”, por las depresiones populares, por los perdedores en masa, por todos aquellos que habían seguido doctorados en quejas y reclamos, y eran expertos en siempre ver lo peor, los gurús de lo salado, de la mala suerte, donde estas las seguían como mascota fiel de alguno de ustedes, que a pesar que lo revienten a periodicazos y no le den de comer, siempre  cuando los vean, le moverán la cola y expresaran una total alegría de ver su presencia, en algunos casos casi maligna.

Y era feliz, porque esas razones nunca llegaban a mi plato, el cual siempre lo veía hondo y solo era llenado con gourmet, pasara lo que pasara; cualquiera seria afectado, cualquiera menos yo.
 Pues era el bendecido, el Príncipe del Señor, cual maldición a mi persona le era devuelta al que lo realizó en cantidad de cien veces más (¡¡pobrecitos en verdad!!), solo sabía avanzar y avanzar, incansable, inagotable, disfrutando la fortaleza heredada por mi mentor, su pujanza, su firmeza y porque no decirlo su presencia.

Por ello hoy les escribo no como docente, pedagogo o profesional, sino procurando ser solo un hombre, humano, imperfecto y cada vez más convencido de mientras más crezco menos sabio soy (¿Alguna vez lo fui?).

Porque podría matarme preguntándome ¿Qué ha cambiado ahora?, Porque soy tocable, mortal, humano. Porque siento que la depresión, el fracaso, el dolor, la enfermedad y especialmente el temor se apoderan de mi ante una circunstancia de vida nunca esperada. 

Así también, podría quejarme con justificación preestablecida y argumentar una y mil cosas para convencerme de una desgracia inmerecida, pero mientras mayor es el acecho de estos demonios (reconozco su fortaleza y capacidad de mermar la fortaleza hasta del más poderoso), mi ser, mi naturaleza misma desgastada, débil y casi sin fuerzas se rebela.

SE REBELA a la derrota, no tengo fuerzas ya, eso es cierto, pero aún cuento con el coraje, la valentía, la fe y EL AMOR, que me piden solamente me aferre a ellos para que me permitan seguir avanzando, sin fuerzas .. Ellos me arrastraran hasta que nuevamente vuelva a ser yo.

Estoy danzando en la oscuridad, no lo niego, pero mientras más oscuro es el baile, es mayor  la luz al final del túnel.

¡¡Éxitos de corazón!!